Cualquier tipo de emergencia de
carácter mundial paraliza actividades que son parte de nuestra rutina, muchas
de las cuales involucran procesos importantes dentro de la vida de todos. Si
hay un aspecto que se ha visto afectado notoriamente es el educativo. Por lo establecido en las medidas para los territorios de Chile, las
escuelas deben permanecer sin estudiantes. Aquellas que siguen abiertas son
atendidas por docentes o trabajadores de la educación en “turnos éticos” bajo la obligación de mantener los establecimientos abiertos. Esto implica que el proceso
de enseñanza se ve interrumpido y se traslada de las aulas a los hogares. Son
varias las preguntas que rondan en torno a esto ¿es realmente todo esto
efectivo? ¿Los niños pueden aprender en sus casas o se hace sólo para
mantenerlos ocupados? ¿Tendrá un impacto real, sea beneficioso o perjudicial,
en cómo se retomen los procesos después de la pandemia? Al buscar respuesta, primero se
debe contextualizar cómo se está llevando a cabo en nuestro país al menos en
tres áreas: los medios, la cantidad de contenidos y la respuesta por parte de
los estudiantes y apoderados.
Sin embargo, este “milagro tecnológico”
no está exento de complejidades. La docente explica que la situación ha sido
más compleja para los estudiantes de Quinto básico y cursos menores ya que
trabajan a través de Google Drive,
plataforma a la que suben el material para que los padres puedan descargarlo.
Ella menciona que en el caso de esos niveles “ni los niños ni sus papás saben
utilizarlo, por ende nos complica usar esa plataforma. Sin embargo, estamos
buscando alternativas que nos permitan llegar a ellos más fácilmente y retroalimentar lo que han hecho.” Considerando que el plan de
emergencia propuesto por el Ministerio de Educación también usa los recursos en
línea como medio de trabajo, la falta de conectividad y acceso a internet también
juegan en contra. Un docente de la Región de Aysén nos indica que en su
establecimiento están acatando ese plan, pero han debido buscar alternativas
basados en que “no todas las familias tienen acceso a internet y/o mayoría de
apoderados no pueden apoyar al 100% a los estudiantes en la asignatura.” Una de
las alternativas que se está aplicando en varios establecimientos de Chile es
la entrega de material físico (tales como guías y/o textos de estudio), algo que
se contradice con las medidas de aislamiento y evitar aglomeraciones que se
piden como forma de combatir la expansión del virus.
Cuando hablamos de cobertura, surgen
dos interrogantes: ¿qué asignaturas? Y ¿cuánto contenido? La docente de
Quillota nos cuenta que se ha elaborado un calendario en el que se cubren todas
las asignaturas, asignando dos de ellas para cada día y sólo dos tareas por
cada una, las cuales que consisten en repasos y ejercicios que puedan ser resueltos
en línea. Por otro lado, la profesora de Los Lagos nos dice que en su
establecimiento no se rigen por currículum lineal y prefieren volver a retomar
los contenidos hasta que se note un aprendizaje significativo, por lo que la
clave es la retroalimentación. Esto otorga la flexibilidad para enfocarse
más en las habilidades que en los contenidos. Ella da como ejemplos las áreas de
Ciencias e Historia donde “los trabajos que se dan estos días son netamente de
investigación, que permitan aplicar, explorar, analizar, evaluar. En Lenguaje,
los trabajos han sido netamente de comprensión lectora e involucran análisis
profundo de los textos. Lo principal es que no dejemos de lado el apuntar
siempre a las habilidades de orden superior y que no nos quedemos en el conocer
e identificar.” Para organizarse, han dejado semanas dedicadas a
asignaturas fuertes y otras en que se trabaja la contención emocional, la salud
total del estudiante y las habilidades artísticas. No obstante, no todos los
establecimientos lo ven así. De acuerdo al docente de Aysén, han dado este
apoyo sólo a las asignaturas “más fuertes” como lo son Lenguaje y Matemática,
práctica que se repite en colegios de varias regiones, como mencionan docentes
de Maule, Valparaíso y Atacama.
La respuesta de los estudiantes y
los apoderados sí ha causado sorpresa, tanto en el caso de Quillota como Los
Lagos. Los estudiantes envían sus materiales para ser revisados y los
desarrollan en su mayoría con el apoyo de sus apoderados. La experiencia vivida
en Los Lagos es efectiva según la docente, ya que los apoderados “nos comentan
que los niños han trabajado bien. A ellos principalmente les interesa 'mantener
a los niños ocupados'. A algunos papás les complica porque siguen trabajando y
llegan en la tarde a trabajar con los niños, pero todos han cumplido de una u
otra manera y agradecen que el colegio se haga presente desde distintas aristas
en esto.”
Respecto al tipo de tareas, el
especialista lo ve como “una oportunidad para que el niño pueda aprovechar los
momentos con su núcleo familiar. Las tareas están bien, pero quizás enfocadas
en otras áreas, valores, consejos una donde se pueda formar al estudiante no
solo en lo cognitivo, sino también en lo emocional y moral.” En relación al
tipo de tareas asignadas, la especialista agrega que “es recomendable enviar
tareas que no impliquen demasiada guía de parte del profesor, recordando que
muchos estudiantes tienen un entorno muy carente en distintos ámbitos por lo
tanto no todos los padres, abuelos o tutores serán capaces de ayudar a los
niños. Resulta bien actividades virtuales ya que los niños se manejan bien
desde ahí, más que clases grabadas. Y con harto optimismo harán una actividad diaria.”
Finalmente, si esto tendrá algún
impacto en los aprendizajes cuando se retome la normalidad es algo
relativamente incierto. Por un lado, el especialista indica que puede afectar
en razón de cómo el sistema mide los aprendizajes. Agrega que el o la
estudiante “quedará con ‘vacíos’ que serán difícil de sopesar, y a futuro probablemente
exista repitencia, falta de motivación para asistir al colegio, desinterés por
aprender y un montón de consecuencias que pueden perjudicar su bienestar
emocional y psicológica.” Por otro lado, la especialista cree que las claves
para evitar esto es entregar las herramientas necesarias en el retorno. Ella
establece que “es imposible pensar en llevar la escuela a la casa, pero se
pueden hacer actividades simples más que nada para no perder el ritmo en leer,
por ejemplo, y ojalá con algún tipo de enseñanza más profunda o valórica.” Agrega
que en este aspecto se debe considerar la salud de las y los docentes, quienes
también viven este período bajo incertidumbre y miedo: “Ellos no tienen que
complicarse mucho por esto. Su labor sería informar a las familias u orientarlas
en cómo usar lo ya disponible en internet, y tal vez estar disponible para
aclarar dudas.”
Son muchas las incertidumbres que
quedan, pero es finalmente el actuar diario lo que rige el desarrollo de este
tipo de consignas, las cuales podrán sufrir alteraciones a medida que la
situación se haga más compleja. Lo que sí es claro, considerando lo expuesto por los
entrevistados y entrevistadas, es que organizar las prioridades dentro de un
ambiente de emergencia es de suma importancia, ya que será la salud mental y el
bienestar psicológico la primera necesidad a satisfacer, tanto en estudiantes y
sus familias, como en docentes y la comunidad en general.
Gracias miles a los colegas y profesionales que contribuyeron a este artículo. Muchas, muchas gracias.
Gracias miles a los colegas y profesionales que contribuyeron a este artículo. Muchas, muchas gracias.

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