lunes, 27 de febrero de 2017

And the Oscar goes to... WTF

Otro año, y otra ceremonia de algo más de tres horas se fue. Cada año, la entrega de los Premios de la Academia (Oscars, para los amigos) es el evento del verano para los seguidores del séptimo arte. Y cada año, deja inserto en nuestra memoria algún momento clave o llamativo: la selfie de Ellen, los bailes de Hugh Jackman, el discurso de Michael Moore contra Bush, Bear Story ganando Mejor Cortometraje Animado y la emoción de ver a 2 chilenos alcanzar la cumbre del Cine. Todo lo anterior, queda chico en comparación a lo que cerró la ceremonia 89.

Pero antes de ir al tema contingente, hay que resaltar algunos aspectos de la ceremonia que fueron notables mientras se pudo. El trabajo de Kimmel fue bastante apropiado al tipo de ceremonia. Siendo uno de los que no confiaba en su trabajo como MC, me siento aliviado y complacido de cada aspecto de su desempeño--puede repetirse el plato, aunque él mismo ya dijo que no (¿era en serio o una broma para el momento?) La obertura con Justin Timberlake fue la mejor desde que Jackman estuvo en labor de anfitrión en 2009. Los detalles de apreciación hacia las películas y entre miembros de la comunidad cinematográfica dieron el toque sentimental a la gala. Auli'i Cravalho, alias Moana, deslumbró. Y ganadores bien repartidos, con muchas sorpresas, ya sean agradables (Fantastic Beasts, Kevin O'Connell ganando por primera vez en su nominación 21) o aberrantes (Lin-Manuel Miranda sin premio, Suicide Squad y su decepcionante victoria), además de discursos que felizmente no fueron cortados por la música. Hasta ese momento, todo bien.

La noche avanzó. Ken Lonergan, Barry Jenkins, Damien Chazelle, Affleck Actor y Emma Stone se llevaron las estatuillas. Sólo queda Mejor Película. Quienes revelarán a la cinta triunfadora son nada más y nada menos que los Bonnie y Clyde de la cinta de Arthur Penn: los legendarios Faye Dunaway (vean Network, es una orden) y Warren Beatty (multi-talentoso de Hollywood, hermano de Shirley MacLaine y marido de Annette Bening). Después de un laaargo compilado de segmentos de las 9 nominadas (como dijo mi primo José Luis, 'de apretados no pasaron los trailers') Llegaba el momento, pero algo extraño pasaba. Beatty se tardaba, revisaba el sobre, parafraseaba hasta que aparentemente pide la confirmación de su compañera, quien finalmente anuncia a la, hasta ese momento, gran ganadora: La La Land.

Aquí llegamos a lo que denominé "cagazo épico": Después de celebrar, dar gracias, hacer discursos, el mismo productor de la cinta musical, Jordan Horowitz, anuncia que la verdadera ganadora es Moonlight. ¿El problema? Sobres cambiados. ¿Qué hacer? Nadie sabía. ¿Qué pasó después? Casi todos sabemos eso, por lo que no es necesario alargarse en el tema.

Muchos de los que estábamos viendo quedamos tan atónitos como la audiencia el teatro Dolby. Luego de reaccionar, y mucho pensar, fue cuando vino a la mente la definición de ese momento: Cagazo épico. ¿Por qué? Ese único momento opacó inmediatamente todo lo que ocurrió antes en la ceremonia. Se puso por sobre los logros y momentos brillantes de resto de la ceremonia--¿alguien se acuerda de que estuvo Katherine Johnson, o de la interpretación sublime de Sara Bareilles? Y marcó un hito en la línea de tiempo de este show tan importante--con impacto para nada positivo en términos de producción y protocolo. Como leí en muchas partes, eso se espera del Festival de Viña (y pasó), de Miss Universo (también pasó) o incluso de otros premios de cine (Premios Goya, 2013, Mejor Canción. Busquen)

¿Qué se puede concluir de ese momento? Muchas cosas. No es el fin del mundo para los Premios Oscar. Estoy seguro que la Academia y su show tienen más atención de lo que alguna vez aspiraron a tener. El morbo llevará a que la audiencia televisiva aumente el próximo año, aunque sea porque todos esperen que vuelvan a meter la pata. Y la forma en que se maneje esto podría favorecer a más de alguna personilla al interior de la AMPAS (sí, son ustedes Gobernadores)

No es el fin del mundo para los equipos y actores de ambas cintas. La curiosidad es irresistible, y ambas películas llamarán la atención de aquellos que no las han visto. Es algo así como cuando alguien ve una pelea, y quiere saber todo sobre quién pegó y quién cayó al suelo. Recomendación obvia: Si no han visto Moonlight ni La La Land, aprovechen la oportunidad y juzguen ustedes mismos con quién se quedan: el final real, o el final alternativo, ya que por primera vez en 89 años, de alguna forma, dos películas gozaron de gloria casi simultanea en la entrega del premio más importante del cine.

Finalmente, errar es humano. Y eso quedó más que claro en esta transmisión-- no hay como la televisión en vivo, ¿verdad?  Lo que no podemos determinar, es el tamaño del error. Este fue grande, épico, impactante. No creo que se repita, y espero no equivocarme. Pero de alguna forma, este "cagazo épico" acerca la ceremonia al público. Todos esos imponentes iconos de la industria también se equivocan, y con ganas, al igual que el ciudadano común. Yo quiebro una taza, usted pierde sus llaves, y ellos entregan un sobre equivocado.

Se fue otra temporada de premios, y las expectativas son altas. ¿Qué esperar de la próxima ceremonia? Nadie sabe, salvo que se espera no repetir la experiencia que dejó a La La Land, Moonlight, la Academia, a Kimmel, Warren, Faye, los productores y a la audiencia contra las cuerdas por culpa de un sobre. ¿Qué queda para los espectadores que lo vimos en vivo? Siéntanse afortunados ya que, de alguna forma, fuimos parte de esa histórica e inédita metida de pata.

Para más info respecto al tema, visiten el artículo de Rolling Stone sobre lo dicho por la empresa consultora a cargo de los sobres, y revisen el video de ABC, que explica en detalle lo ocurrido:

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